CLOSER TO NUCLEAR ABYSS

Ricardo López Risso | Peruvian Communist Party

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MAS CERCA DE ABISMO NUCLEAR

Los recientes avances de las fuerzas rusas en Advinka, Chasov Yar y Chigari, ponen en tela de juicio las capacidades defensivas de Ucrania y la efectividad del armamento occidental para defender y contraatacar, como también se empieza a debilitar la frágil valla de la guerra termonuclear.

A ello se suma los recientes cambios en la OTAN que mantiene el sentido belicista y provocador frente a Rusia, que ya en las declaraciones de V. Putin en la que anuncia el contenido asimétrico de la respuesta rusa al uso de armas de largo alcance en su territorio, indicando que podría acarrear «problemas muy graves» y añadió que Moscú podría proporcionar armas de largo alcance a otros (a los huties, a las milicias proiraníes en Siria e Irak, etc.) para atacar objetivos occidentales. Esto parece ser la respuesta asimétrica de Rusia al ataque ucraniano a un sistema S-300 en Belgorod utilizando el sistema HIMARS de fabricación estadounidense que pondría fin al rítmico vaivén sobre el abismo nuclear, que es el mayor riesgo de la implicancia de los países de la OTAN en la guerra ucraniana. Rusia no a confirmado el ataque (como les es habitual) Estados Unidos tampoco, la única fuente es Volodímir Oleksándrovich Zelenski​.

Mas cerca de la guerra nuclear.
Recordemos que algunos aliados de Estados Unidos ya habían autorizado el uso de armas de largo alcance en territorio ruso. Reino Unido autorizó Ucrania a utilizar los misiles británicos de largo alcance Storm Shadow en ataques contra cualquier punto de Rusia. Recientemente, Francia y Alemania asumieron la misma posición en concordancia con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, quien declaró: «Según el derecho internacional, Ucrania tiene derecho a la autodefensa. Y el derecho a la autodefensa incluye también el ataque contra objetivos militares dentro de Rusia.»

Si en efecto ocurrió el ataque con el permiso de Biden (en modo electoral), se espera la respuesta «asimétrica» a decir de V. Putin o la ambigua declaración del vocero del Kremlin Peskov de «golpear los países de donde vino el ataque» o el trasfondo de la repetida advertencia a los aliados occidentales de Ucrania de que permitir ataques dentro de Rusia acarrearía graves consecuencias. «Nos gustaría advertir a los funcionarios estadounidenses contra los errores de cálculo que pueden tener consecuencias fatales», dijo el lunes el viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Ryabkov, según la agencia de noticias Interfax. «Por algunas razones poco claras, subestiman la gravedad de la respuesta que pueden obtener». La respuesta asimétrica equivale a decir que no responderán «diente por diente» y «golpear los países de donde vino el ataque» equivale a decir que golpearan territorio o intereses de Estados Unidos o de los países europeos (Reino Unido, Alemania, Polonia) de la OTAN que han autorizado el uso de las armas occidentales en territorio ruso.

Lo que es evidente en la escalada de anuncios de participación de países de la OTAN en el teatro de guerra ucraniano, están abonadas, primero: por la desesperación de occidente de detener el avance ruso en Járkov y evitar la caída de la segunda ciudad más grande de Ucrania, en lo táctico impedir una derrota en Volchansk, que permitiría al Ejército ruso moverse hacia la retaguardia del Grupo de Ejércitos Ucranianos de Kúpiansk y aislar a las fuerzas ucranianas en el este de la región de Járkov. Así mismo, la pérdida de Chásov Yar en la República Popular de Donetsk (RPD) conducirá a la división del grupo ucraniano en el Donbás, lo que permitiría a Rusia desarrollar una ofensiva tanto en el norte como en el sur. Segundo, el intimo objeto de estas autorizaciones: facilitar que Ucrania ataque los sistemas de radares estratégicos de alerta temprana para casos de ataque nuclear. Hace poco tiempo Ucrania divulgó que «un drone ucraniano tuvo como blanco un segundo radar militar ruso de largo alcance». Se trata de un radar de alerta temprana, concebido para identificar misiles balísticos, incluso hipersónicos, y otros objetos volantes incluso a 10 000 kilómetros de distancia de la instalación de alerta, pero para haber realizado este ataque a contado con el uso de una red de satélites militares de la OTAN y EE. UU., esto indica que quienes dirigen ese tipo de ataque contra Rusia son en realidad las fuerzas armadas de Estados Unidos y de la OTAN, actuando estas últimas bajo las órdenes del Pentágono estadounidense. Aunque para los cálculos de EE. UU. y la OTAN estos ataques son de “riesgos controlados” en la creencia de que Rusia no recurrirá a la respuesta nuclear cuando considere que está en riesgo su existencia como nación (situación que podría darse por sistemáticos ataques a sus sistemas de radares de alerta temprana y a los intentos de Kiev con asesoría de la OTAN de secuestras bombarderos estratégicos mediante sobornos).

Debe quedarnos claro, que el rítmico vaivén de amenazas y advertencia de respuestas que se han producido entre la OTAN y Rusia desde el inicio de la operación militar especial están llegando a su fin. Rusia no permitirá que su defensa estratégica sea vulnerada (en la cobertura de la guerra de Ucrania) para ser pasibles de ataque nucleares “preventivos” (estrategia surgida en los años 50 y actualizada por la Corporación Rand) diseñados para neutralizar la capacidad nuclear estratégica de Rusia, combinado con un escudo antimisiles con el que Estados Unidos creía que podría derribar la mayoría de los misiles rusos que pudieran sobrevivir a un ataque de ese tipo, podrían ser realmente viable. En octubre de 2023 Sergei Karaganov, un politólogo ruso en un artículo titulado «Una decisión difícil pero necesaria», publicado el 13 de junio de 2023 en la revista Russia in Global Affairs, se pronunció a favor de que Rusia se alejara de una postura nuclear basada en ataque nuclear de respuesta para adoptar una que favoreciera la anticipación (el ataque preventivo). Según Karaganov, «si construimos correctamente una estrategia de intimidación y disuasión, e incluso de uso de armas nucleares, el riesgo de un ataque nuclear ‘de represalia’ o de cualquier otro tipo en nuestro territorio puede reducirse a un mínimo absoluto». Sólo un loco», argumentó Karaganov, «que, por encima de todo, odie a Estados Unidos, tendrá las agallas de devolver el golpe en ‘defensa’ de los europeos, poniendo así en peligro su propio país y sacrificando la condicional Boston (EE. UU), por la condicional Poznan (Polonia)». Si ese loco existiera, entonces, señaló Karaganov, «tendríamos que atacar un montón de objetivos en varios países para hacer entrar en razón a quienes han perdido la razón. Desde el punto de vista moral, se trata de una elección terrible (…). Pero si no lo hacemos, no sólo Rusia puede morir, sino que lo más probable es que toda la civilización humana deje de existir». El presidente Putin, llamó a Karaganov para hacerle una pregunta. El politólogo ruso no defraudó, preguntando al Presidente ruso si no había llegado el momento de que Rusia cambiara su enfoque sobre las armas nucleares y restaurara su fuerza disuasoria a los ojos de las élites occidentales que repiten sin cesar que Rusia es débil. «He leído su artículo», respondió Putin: «Desde el momento en que se detecta el lanzamiento de misiles», no importa de dónde proceda -de cualquier punto del océano mundial o de cualquier territorio, tal número, tantos cientos de nuestros misiles aparecen en el aire en un ataque de represalia que no hay posibilidad de supervivencia, no quedará un solo enemigo, y en varias direcciones a la vez.» en clara referencia al sistema “Perimetr- PTS”.

La guerra como inversión.
Pero detrás de las provocaciones, el impulso a la guerra inútil, la destrucción y riesgos que significa la guerra en Ucrania, subyace la paciente y costosa espera del negocio de la reconstrucción de Ucrania, que permite la deducción lógica “a más armas, más guerra, más destrucción, más reconstrucción” en la que se inspira la corporación BlackRock quienes han comprado un 30% del territorio ucraniano incluida las tierras agrícolas en la zona de operaciones, teniendo como socios a Dupont, Cargill y Monsanto, de las que a su vez es el propietario, a quien en diciembre 2023 pasado el presidente Biden otorgó el contrato para reconstruir Ucrania”, con lo que queda claro una vez mas que la guerra donde sea es una oportunidad de negocios para las grandes corporaciones norteamericanas, así escribió Robert Kennedy Jr: “Las vastas tierras agrícolas de Ucrania, entre las más fértiles del mundo, están en juego, y empresas estadounidenses como BlackRock están a la cabeza de la fila”.
Acerca del interés económico que instiga a EE.UU. a brindar “apoyo” a Kiev. Recordemos que el líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, fue preguntado sobre si EE.UU. “¿realmente puede permitirse gastar 113.000 millones en Ucrania?”. En respuesta, McConnell afirmó que el dinero “en realidad, no irá a Ucrania, sino a los fabricantes de defensa estadounidenses“ (como “Northrop Grumman, Raytheon, General Dynamics, Boeing y Lockheed tendrán un mercado cautivo). “Entonces, dijo Robert Kennedy Jr, simplemente admitió que es un plan de lavado de dinero” y agregó: “¿Y quién crees que es el propietario de cada una de esas empresas? es BlackRock”.

En respuesta “directa” a Karaganov, a BlackRock y a EE. UU., Putin anunció el reinicio de la producción de misiles de medio alcance con capacidades nucleares, lo que nos pone mas cerca de la guerra nuclear total y nos obliga a profundizar la lucha por la paz mundial, agitar contra la expansión y provocaciones de la OTAN, abogando por un nuevo orden mundial y un nuevo pacto de seguridad global.

English

CLOSER TO NUCLEAR ABYSS

The recent advances of the Russian forces in Advinka, Chasov Yar and Chigari, call into question the defensive capabilities of Ukraine and the effectiveness of the Western armament to defend and counterattack, as well as the fragile fence of the thermonuclear war begins to weaken.

To this we can add the recent changes in NATO, which maintains the warmongering and provocative sense towards Russia, already in the statements of V. Putin in which he announced the asymmetric content of the Russian response to the use of long-range weapons on its territory, indicating that it could lead to “very serious problems” and added that Moscow could provide long-range weapons to others (to the Houthis, to the pro-Iranian militias in Syria and Iraq, etc.) to attack Western targets. This appears to be Russia’s asymmetric response to the Ukrainian attack on an S-300 system in Belgorod using the U.S.-made HIMARS system that would end the rhythmic back-and-forth over the nuclear abyss, which is the biggest risk of NATO countries’ involvement in the Ukrainian war. Russia has not confirmed the attack (as usual), neither has the United States, the only source is Volodymir Oleksandrovich Zelensky.

Closer to nuclear war.
Let us recall that some U.S. allies had already authorized the use of long-range weapons on Russian territory. The United Kingdom authorized Ukraine to use British long-range Storm Shadow missiles in attacks against any point in Russia. Recently, France and Germany took the same position in agreement with NATO Secretary General Jens Stoltenberg, who stated: “Under international law, Ukraine has the right to self-defense. And the right to self-defense also includes attacking military targets inside Russia.”

If indeed the attack occurred with Biden’s permission (in election mode), one expects the “asymmetric” response to say V. Putin or the ambiguous statement of Kremlin spokesman Peskov to “strike the countries where the attack came from” or the background of the repeated warning to Ukraine’s Western allies that allowing attacks inside Russia would carry serious consequences. “We would like to warn U.S. officials against miscalculations that can have fatal consequences,” Russian Deputy Foreign Minister Sergei Ryabkov said Monday, according to Interfax news agency. “For some unclear reasons, they underestimate the severity of the response they may get.” The asymmetric response amounts to saying that they will not respond “tooth for tooth” and “hitting the countries where the attack came from” amounts to saying that they will hit territory or interests of the United States or European (UK, Germany, Poland) NATO countries that have authorized the use of Western weapons on Russian territory.

What is evident in the escalation of announcements of participation of NATO countries in the Ukrainian theater of war, are paid, first: by the desperation of the West to stop the Russian advance in Kharkov and prevent the fall of the second largest city of Ukraine, tactically to prevent a defeat in Volchansk, which would allow the Russian Army to move to the rear of the Ukrainian Group of Armies in Kupiansk and isolate the Ukrainian forces in the east of the Kharkov region. Likewise, the loss of Chasov Yar in the Donetsk People’s Republic (DPR) will lead to the division of the Ukrainian group in the Donbas, which would allow Russia to develop an offensive in both the north and the south. Second, the intimate object of these authorizations: to make it easier for Ukraine to attack strategic early warning radar systems in case of nuclear attack. Ukraine recently disclosed that “a Ukrainian drone targeted a second Russian military long-range radar”. This is an early warning radar, designed to identify ballistic missiles, including hypersonic ones, and other flying objects even 10,000 kilometers away from the warning installation, but to have carried out this attack it has relied on the use of a network of NATO and US military satellites, which indicates that those directing this type of attack against Russia are in fact the US and NATO armed forces, the latter acting under the orders of the US Pentagon. Although by US and NATO calculations these attacks are “risk-controlled” in the belief that Russia will not resort to nuclear response when it considers that its existence as a nation is at risk (a situation that could arise from systematic attacks on its early warning radar systems and Kiev’s attempts with NATO advice to hijack strategic bombers for bribes).

It should be clear to us that the rhythmic back-and-forth of threats and warning responses that have taken place between NATO and Russia since the beginning of the special military operation are coming to an end. Russia will not allow its strategic defenses to be breached (in the cover of the Ukraine war) to be liable to “preemptive” nuclear attack (a strategy that emerged in the 1950s and updated by the Rand Corporation) designed to neutralize Russia’s strategic nuclear capability, combined with a missile shield with which the United States believed it could shoot down most Russian missiles that could survive such an attack, might actually be viable. In October 2023 Sergei Karaganov, a Russian political scientist in an article entitled “A Difficult but Necessary Decision,” published on June 13, 2023 in the journal Russia in Global Affairs, argued in favor of Russia moving away from a nuclear posture based on nuclear strike in response to one that favors preemption (preemptive strike). According to Karaganov, “if we correctly construct a strategy of intimidation and deterrence, and even the use of nuclear weapons, the risk of a ‘retaliatory’ or any other nuclear attack on our territory can be reduced to an absolute minimum.” “Only a madman,” Karaganov argued, “who, above all else, hates the United States, will have the guts to strike back in ‘defense’ of the Europeans, thus endangering his own country and sacrificing Boston (U.S.) parole, for Poznan (Poland) parole. If such a madman existed, then, Karaganov pointed out, “we would have to attack a lot of targets in various countries to bring those who have lost their minds to reason. From the moral point of view, this is a terrible choice (…) But if we don’t do it, not only Russia may die, but most likely the whole human civilization will cease to exist.” President Putin called Karaganov to ask him a question. The Russian political scientist did not disappoint, asking the Russian President if the time had not come for Russia to change its approach to nuclear weapons and restore its deterrent strength in the eyes of Western elites who endlessly repeat that Russia is weak. “I have read your article,” Putin replied, “From the moment the missile launch is detected,” no matter where it comes from – from any point of the world ocean or from any territory, such a number, so many hundreds of our missiles appear in the air in a retaliatory strike that there is no chance of survival, there will not be a single enemy left, and in several directions at once.” in clear reference to the “Perimetr- PTS” system.

War as an investment.
But behind the provocations, the drive to useless war, the destruction and risks that the war in Ukraine means, lies the patient and costly waiting for the business of reconstruction of Ukraine, which allows the logical deduction “the more weapons, the more war, the more destruction, the more reconstruction” on which the BlackRock corporation is inspired, who have bought 30% of the Ukrainian territory including agricultural lands in the area of operations, having as partners Dupont, Cargill and Monsanto, which in turn is the owner, to whom last December 2023 President Biden awarded the contract to rebuild Ukraine”, thus making it clear once again that war anywhere is a business opportunity for large American corporations, as Robert Kennedy Jr. wrote: “Ukraine’s vast agricultural lands, among the most fertile in the world, are at stake, and U.S. companies like BlackRock are at the head of the line.”
About the economic interest instigating the US to provide “support” to Kiev. Recall that Senate Republican Minority Leader Mitch McConnell was asked about whether the U.S. “can really afford to spend 113 billion in Ukraine?” In response, McConnell asserted that the money “in reality, will not go to Ukraine, but to U.S. defense manufacturers” (such as “Northrop Grumman, Raytheon, General Dynamics, Boeing and Lockheed will have a captive market). “So,” said Robert Kennedy Jr, “he simply admitted that it’s a money laundering scheme” and added: “And who do you think owns each of those companies? It’s BlackRock.

In “direct” response to Karaganov, BlackRock and the US, Putin announced the restart of production of medium-range missiles with nuclear capabilities, which brings us closer to all-out nuclear war and forces us to deepen the struggle for world peace, agitate against NATO expansion and provocations, advocating a new world order and a new global security pact.

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